Retrato físico de Momo ( Michael Ende)
Otli tenía el pelo corto y erizado, rojo como una zanahoria, y las orejas gachas de soplillo. Era delgado y alto con la piel llena de pecas. Pero éstas no eran graciosos puntitos que con frecuencia caen tan bien en las narices respingonas de las chicas. Otli tenía el cuerpo blanco y marrón como un perro foxterrier, como si se hubiese puesto cerca de un pintor que pulverizase de marrón una pared blanca. Dos de sus manchas causaban verdadero asombro. Una en el carrillo izquierdo, que parecía África hasta con El Cairo y el cabo de Buena Esperanza. Otra junto al ombligo, a la derecha, del tamaño de la uña del pulgar, en forma de corazón y con un pequeño tallo arriba, en el centro igual que el as de picas de la baraja francesa. Por eso todos en clase le llamaban "el Picas".
CHRISTINE NÖSTLINGER, Filo entra en acción
El tio Lucas era más feo que Picio. Lo había sido toda su vida y ya tenía más de cuarenta años. Sin embargo, pocos hombres tan simpáticos y agradables habrá echado Dios al mundo. Lucas era en aquel entonces de pequeña estatura, un poco cargado de espaldas, muy moreno, barbilampiño, narigón, orejudo y picado de viruelas. En cambio su boca era regular y su dentadura inmejorable. Dijérase que sólo la corteza de aquel hombre era tosca y fea; que tan pronto como empezaba a penetrarse dentro de él aparecían sus perfecciones, y estas perfecciones principiaban por los dientes. Luego venía la voz vibrante, elástica, atractiva.
Llegaba después lo que aquella voz decía: todo oportuno, discreto, ingenioso, persuasivo.
PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN El sombrero de tres picos
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