lunes, 4 de junio de 2018

Ejemplos de descripciones

Retrato físico de Momo ( Michael Ende)

En verdad, el aspecto externo de Momo era un poco extraño y tal vez podía asustar algo a la gente que da mucha importancia al aseo y al orden. Era pequeña y bastante flaca, de modo que ni con la mejor voluntad se podía decir si tenía ocho años o ya doce. Tenía el pelo muy ensortijado, negro como la pez, y parecía no haberse enfrentado nunca a un peine o unas tijeras. Tenía unos ojos muy grandes, muy hermosos y también negros como la pez y unos pies del mismo color, pues casi siempre iba descalza. Sólo en invierno llevaba zapatos de vez en cuando, pero solían ser diferentes, descabalados, y además le quedaban demasiado grandes. Eso era porque Momo no poseía nada más que lo que encontraba por ahí o lo que le regalaban. Su falda estaba hecha de muchos remiendos de diferentes colores y la llegaba hasta los tobillos. Encima llevaba un chaquetón de hombre, viejo, demasiado grande, cuyas mangas se arremangaba alrededor de la muñeca. Momo no quería cortarlas porque recordaba, previsoramente, que todavía tenía que crecer. Y quien sabe si alguna vez, volvería a encontrar un chaquetón tan grande, tan práctico y con tantos bolsillos.




Otli tenía el pelo corto y erizado, rojo como una zanahoria, y las orejas gachas de soplillo. Era delgado y alto con la piel llena de pecas. Pero éstas no eran graciosos puntitos que con frecuencia caen tan bien en las narices respingonas de las chicas. Otli tenía el cuerpo blanco y marrón como un perro foxterrier, como si se hubiese  puesto cerca de un pintor que pulverizase de marrón una pared blanca. Dos de sus manchas causaban verdadero asombro. Una en el carrillo izquierdo, que parecía África hasta con El Cairo y el cabo de Buena Esperanza. Otra junto al ombligo, a la derecha, del tamaño de la uña del pulgar, en forma de corazón y con un pequeño tallo arriba, en el centro igual que el as de picas de la baraja francesa. Por eso todos en clase le llamaban "el Picas".
CHRISTINE NÖSTLINGER, Filo entra en acción




El tio Lucas era más feo que Picio. Lo había sido toda su vida y ya tenía más de cuarenta años. Sin embargo, pocos hombres tan simpáticos y agradables habrá echado Dios al mundo. Lucas era en aquel entonces de pequeña estatura, un poco cargado de espaldas, muy moreno, barbilampiño, narigón, orejudo y picado de viruelas. En cambio su boca era regular y su dentadura inmejorable. Dijérase que sólo la  corteza de aquel hombre era tosca y fea; que tan pronto como empezaba a penetrarse dentro de él aparecían sus perfecciones, y estas perfecciones principiaban por los dientes. Luego venía la voz vibrante, elástica, atractiva. 
Llegaba después lo que aquella voz decía: todo oportuno, discreto, ingenioso, persuasivo.
PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN   El sombrero de tres picos

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